Que el curriculum constituye una preocupación que trasciende al marco estrictamente escolar es algo sobradamente aceptado en el mundo educativo. Así de propuestas adoptadas por la Administración educativa para ser trasladadas a las aulas se ha pasado, paulatinamente a un discurso donde cualquier intervención externa resulta sospechosas, no obstante una lectura atenta de esta pretendida flexibilidad y autonomía docente desvela no pocas contradicciones y nos pone de manifiesto nuevas maneras de proceder que aseguran prácticas y planteamientos de los que, en realidad, apenas nos habíamos separado.
El reparto de responsabilidades, en lo concerniente a la definición del curriculum, no configura, por tanto, un modelo inequívoco de participación y compromiso. Es demasiadas ocasiones comprobaremos como junto a idénticos términos se pueden adivinar distintas intenciones y dispares tentativas pedagógicas. Ni el curriculum básico es el mismo en todos los estados que lo han adoptado, ni los proyectos educativos se han confeccionado en todos los casos según un mismo patrón y procedimiento, ni, obviamente, las unidades didácticas responden siempre a análogas dinámicas de aula. en este mismo sentido, el material currricular en tanto que elemento esencial para la determinación de la práctica educativa, precisa superar la simplificada controversia «libro de texto ¿sí o o?, para explorar otros matices que aseguren la pluralidad de recursos y puntos de vista desde una perspectiva realista par aun profesorado, cada día más saturado de tareas y responsabilidades.
El análisis de declaraciones efectuadas, estudios realizados, experiencias desarrolladas y materiales presentados os ayudará a comprender y configurar propuestas encaminadas a poner en marcha un modelo educativo basado en la deliberación e implicación colectiva.