Publicado originalmente en «en clase ideal.es»
Tras la aprobación de la LOMLOE, acabamos de conocer dos documentos que pretenden abrir el debate sobre un nuevo currículo en las enseñanzas básicas. Se trata de “Propuesta de estructura curricular para la elaboración de las enseñanzas mínimas” y “Perfil de salida del alumnado al término de la Educación Básica”. El Ministerio de Educación y Formación Profesional, quiere que el diseño acordado tras ese debate, entre en funcionamiento en el curso 2022-23.
Las competencias en las leyes educativas
La LOGSE ( 1990 ) utilizó el término de capacidades que vendrían a ser un concepto bastante próximo al de competencias.
La Unión Europea lanzó el proyecto DeSeCo ( 2003 ) que propuso la definición y selección del marco de competencias básicas para que cualquier sistema educativo, pudiera fomentar la educación de sus ciudadanos y ciudadanas a lo largo de toda su vida.
La primera vez que el concepto de competencias educativas se incorporó en España en una ley orgánica de educación fue con la LOE ( 2006 ). Hasta ese momento ese concepto solo era usado en el campo laboral y en la formación profesional. En esa ley el currículo se define como el conjunto de objetivos, competencias básicas, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación y seleccionó ocho competencias siguiendo el modelo propuesto por la Comisión Europea.
Con la LOMCE ( 2013 ), también conocida como ley Wert, se mantuvo el concepto de competencias ya enunciado en la LOE, pero se puso el énfasis en que debían ser evaluables. Para ello planteó que los criterios de evaluación debían ser concretados mediante estándares de aprendizaje, observables, medibles y cuantificables y que estos a su vez, se desglosarían en indicadores de logros alcanzados.
Desde el primer momento pensé que esa manera de abordar la evaluación de las competencias sería muy negativa, además de una flagrante contradicción. Si las competencias se conceptualizan como un saber hacer, que combina conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes adecuadas a cada contexto, su evaluación no pueden estar constreñida a un control tan rígido como son los estándares de aprendizaje y los indicadores de logro. Como inspector de educación durante muchos años, he visto la desesperación de muchos docentes, al verse obligados a diseccionar cada unidad didáctica como si fueran una suerte de cuadrantes matemáticos. Afortunadamente los estándares de aprendizaje, desaparecen con la actual ley.
La propuesta curricular de la LOMLOE
Como hemos visto, la utilización del concepto de competencias no es nuevo y sin embargo la realidad en nuestro sistema educativo, dista mucho de ser la práctica mayoritaria en nuestras aulas. Será por eso que el propio Ministerio de Educación al formular su propuesta, destaca que se deben superar los aprendizajes enciclopédicos y memorísticos.
En la exposición de motivos se dice que los aprendizajes esenciales deben garantizar un aprendizaje común que responda a las necesidades de un alumnado y unos contextos de aprendizaje cada vez más heterogéneos y que ese currículo debe ser inclusivo, comprehensivo y flexible, para favorecer el aprendizaje de todo el alumnado.
A la vista de los anteriores fracasos en la asunción mayoritaria por parte del profesorado del modelo de competencias, se plantea que este nuevo currículo se implante sin producir rupturas radicales con el modelo anterior, aprovechando los enfoques multidisciplinares y las innovaciones metodológicas ya existentes.
Se añade que al tratarse de un modelo flexible y dinámico, debe ser capaz de adaptarse con relativa facilidad a los cambios y de este modo dar respuestas a las necesidades de un alumnado heterogéneo, favoreciendo su bienestar y éxito escolar, lo cual debe ayudar a reducir la repetición y el abandono escolar.
La propuesta se concreta en la práctica, contemplando ámbitos curriculares en los que se trabajen de manera interdisciplinar aprendizajes de varias materias que favorezcan la codocencia ( la intervención de varios docentes en la misma aula ) y el trabajo cooperativo del alumnado.
El perfil de salida del alumnado
El elemento nuclear de la nueva propuesta del currículo por competencias, es el perfil de salida del alumnado al final de cada etapa de la educación básica. Ese perfil se debe articular en torno a los aprendizajes esenciales, las competencias específicas, los saberes básicos y los criterios de evaluación. Los saberes deben ser relevantes y vinculados a la vida.
Con esta propuesta se espera que al terminar la enseñanza obligatoria básica, los jóvenes “se encuentren preparados para afrontar, con una prospectiva de adecuación, proacción, éxito y sostenibilidad, su realidad y los retos del siglo XXI como personas, como ciudadanos o ciudadanas y como futuros profesionales en un mundo interconectado, global y cambiante. Es, por tanto, el referente del desempeño competencial que el alumno o alumna debe lograr en este sentido, cuyo aprendizaje será transferible a cualquier contexto personal, social y académico de su vida»
Ya que el alumnado y sus contextos son muy diversos, se hace especial hincapié en la necesidad de que los centros tengan una autonomía curricular efectiva. La pregunta que nos hacemos, tal como ha sucedido hasta ahora es : ¿ Qué porcentaje de autonomía curricular les quedará a los docentes, para elaborar los proyectos de centro y las programaciones de aula, una vez que el estado defina la estructura curricular de las enseñanzas mínimas y se realicen las adaptaciones autonómicas ? Otra duda razonable sería: ¿ Seguirán siendo las editoriales de los libros de texto, tal como sucede en la mayoría de los casos, quienes sigan seleccionando y concretando los currículos ?
El currículo tiene que ser útil para la vida de las personas y para su felicidad
Con la propuesta que se nos presenta, tenemos una nueva oportunidad de avanzar hacia un currículo que le sirva a las personas para integrarse en un mundo complejo y cambiante de una manera crítica y que al mismo tiempo cuide de manera inclusiva de las emociones y afectos propiciando la felicidad.
Esta aspiración no son un conjunto de palabras vacías de contenido o utópicas. Desde hace muchas décadas, las corrientes pedagógicas racionalistas, activas, modernas, constructivistas… llevan intentando y logrando en muchos casos, una educación que persigue estos fines. Es cierto que la realidad nos muestra que a día de hoy, no han conseguido ser mayoritarias, pero no es menos cierto también que allí donde han germinado, se han abierto unos nuevos horizontes y han demostrado que otra educación es posible. Mi experiencia como maestro y miembro del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular me permite atestiguarlo.
Una vez aprobada la nueva ley de educación y antes de conocer los borradores que ahora nos presentan, publiqué en este mismo periódico un artículo que titulé “El Currículo que necesitamos en las enseñanzas obligatorias”. No voy a desarrollar de nuevo lo que en aquel momento expuse, aunque sí añado el enlace al mismo para quienes quieran consultarlo.
La formación inicial del profesorado
El currículo es el articulador de todo sistema educativo, pero el verdadero elemento del que depende su funcionamiento y éxito es el profesorado. Existe un amplio consenso que sin los docentes no es posible llevar a cabo ninguna transformación importante ni duradera. La ley recoge que en el plazo de un año desde su entrada en vigor se presentará una regulación de la formación inicial y permanente del profesorado, al igual que los mecanismos de acceso a la profesión.
En el debate que hubo con la LOGSE, además de analizarse la estructura del sistema educativo, se vio la necesidad de incorporar al mismo un cambio profundo en la formación inicial del profesorado, ya que la última reforma en la formación docente se había realizado con la Ley General de Educación de 1970.
Una ley tan novedosa en muchos aspectos como fue aquella, necesitaba unos docentes que tuvieran una formación coherente con sus objetivos y fines. Ese cambio no fue posible, entre otros motivos, por la oposición corporativa de muchos rectores, presionados a su vez por buena parte de un profesorado universitario, incapaz de dar las respuestas docentes que el reto de la nueva ley exigía. Sin ese plan de formación se intentó formar al profesorado mediante cursillos sobre la Reforma, pero la realidad vino a demostrar que no fueron suficiente.
Otro elemento desaprovechado, a la vista de esas carencias formativas, fue no dar más protagonismo a los movimientos de renovación pedagógica, la mayoría de los cuales, habían acogido favorablemente una ley que recogía algunas de sus aspiraciones. Poco a poco los MRPs fueron desplazados por unos Centros de Profesores que tardaron muy poco en institucionalizarse y que comenzaron a desarrollar una formación basada en la certificación y acreditación de cualquier tipo de cursillo.
De aquella experiencia se desprende que cualquier ley educativa, aunque esté bien fundamentada, si no incorpora al profesorado en su desarrollo e implantación, no conseguirá los objetivos que se plantea. En consecuencia si no tenemos un profesorado formado en las metodologías necesarias para que los saberes esenciales cumplan los objetivos que la ley define, es difícil que la reforma del sistema se implante como sería de desear.
Para terminar quiero añadir que toda reforma educativa necesita del mayor consenso social posible y como todos y todas sabemos, este no es el caso de nuestro país en estos momentos. Esta ley ha sido criticada y combatida por los sectores conservadores y confesionales que defienden la enseñanza concertada y la presencia de la religión en las aulas y solo están esperando el momento de un cambio político para revertir de nuevo la situación.
Sin ser la LOMLOE una ley que apueste decididamente por la educación pública y en consecuencia por una verdadera equidad, si que plantea un currículo con unas enseñanzas más inclusivas e innovadoras. En este sentido supone un avance con la anterior ley y para quienes venimos defendiendo desde hace mucho tiempo una educación apegada a las necesidades vitales y afectivas de las personas, no deja de ser un terreno más favorable para seguir avanzando.
Paco Olvera, licenciado en Historia, ha sido maestro e Inspector de Educación. Escribe artículos, realiza vídeos y es autor de libros sobre temas de Educación, entre los que destacaría “La investigación del medio en la escuela”
Estupendo artículo, maestro Olvera. Hace un repaso interesante del recorrido de las competencias en las últimas leyes para resumir bastante bien los retos que tiene planteada esta Ley. Un artículo realista que añora una propuesta algo más arriesgada y optimista por parte del Ministerio.