SUMARIO COOPERACIÓN EDUCATIVA KIKIRIKI, 78 (Septiembre 2005 – Noviembre 2005)
EDITORIAL:
Hablar de ciudadanía y valores democráticos: una oportunidad para repensar el modelo de sociedad y el papel de la educación
*DEBATE:
Medidas para promover el éxito educativo y sociolaboral de
los jóvenes con desmotivación y desfase curricular en la ESO. – Consuelo Vélaz de Medrano Ureta
*DOSSIER:
La educación familiar y escolar ante una sociedad tecnológica
Presentación: La educación Familiar y escolar ante una sociedad tecnológica. – Aguilar Ramos, M.C. Sánchez Rivas
Fundamentos para emprender una reflexión sobre la relación familia-escuela. – Aguilar Ramos, M.C. Sánchez Rivas
Es por tu bien. – Jean Pierre Pourtois y Christine Barras
Marco Legal sobre la participación de profesores y padres en al escuela. – Ordóñez Sierra, R
Medios para mejorar la relación entre la familia y la escuela. – Ordóñez Sierra, R
Creando espacios de comunicación: una experiencia en educación infantil. – Claros Torres, R.
Familia, profesorado y alumnado para una reflexión conjunta. – Luque Parra, D. J
La educación en medios, los centros escolares y la familia. Una necesaria relación triangular. – María Diaz, V.
Espacios virtuales para la interacción entre escuela y familia. – Aguilar Ramos, M.C., Sánchez Rivas, E
Para saber más.
* TANTEA
Una historia de Brujas. – Maribel Serván Moreno, Juani Benítez Amado, Encarni Navarro Gutiérrez
Los museos de ciencia: lugares para aprender a enseñar. Una experiencia en la formación inicial de maestros y maestras. – Blanco Lépez, A.
Controversia sobre los alimentos transgénicos: ¿La llevarías a tu clase?. – Enrique España Ramos y Teresa Prieto Ruiz
* COMENTAMOS
EDITORIAL HABLAR DE CIUDADANÍA Y VALORES DEMOCRÁTICOS: UNA OPORTUNIDAD PARA REPENSAR EL MODELO DE SOCIEDAD Y EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN
¿Y si la anunciada metáfora que José Saramago realiza en sus dos libros-ensayos sobre la ceguera
y la lucidez, no fueran solamente una posible imagen premonitoria, sino una creciente realidad que se
abre paso día a día ?
¿ Qué ocurriría si la creciente ola de alejamiento de la responsabilidad cívica de una parte importante de ciudadanos, incluidos los representantes políticos no sólo representara ejemplos aislados, sino que anunciara una onda en expansión de incalculables consecuencias?
¿ Y si no fuera una minoría de estudiantes la que con su actitud se rebela contra modos, modelos y estructuras educativas y sociales caducas ?
¿ Y si en nuestra joven democracia y en otras similares, los votos en blanco, los votos nulos, la abstención… dejaran de ser representaciones de grupos minoritarios, y se convirtieran en ola crecida que alcanzara una representación cada vez más mayoritaria?
Que el modelo de sociedad que alumbra nuestro iniciado Siglo XXI es sin duda el eje del debate de mayor trascendencia que podemos y debemos abordar, nadie pone ya en duda: La creciente inquietud por los niveles de desarrollo de nuestra convivencia democrática y la falta de climas de corresponsabilidad en nuestras calles, en nuestros centros educativos y en la propia vida familiar, sin caer en campañas alarmistas, configuran un eje temático que empieza a preocupar y al que posiblemente estamos poniendo demasiados parches sin abordar la cuestión de manera compartidas.
¿ Puede cada uno de los ámbitos -familiar, escolar, social y político- trabajar por si solo, con ciertos niveles de éxito? ¿No sería más oportuno y positivo aunar esfuerzos en el campo educativo: profesorado, familias y servicios municipales, junto a los apoyos de las administraciones centrales, para que integrados con estructuras del mundo político, sea posible avanzar en el compromiso con los valores de ciudadanía que hoy vemos amenazados?
Una sociedad como la nuestra, que ha sufrido y vivido cambios tan profundos en los últimos veinte años, necesita entender que la difícil tarea que supone pasar de un modelo autoritario, nacido de la dura experiencia de la dictadura, a la nueva responsabilidad democrática, será necesario abordarla sin agobios, alejados de alarmas innecesarias, cautivas de la presente coyuntura de la incertidumbre.
Para avanzar con la anunciada tarea, abogamos por el necesario debate, y el análisis-diagnóstico compartido, como describiremos en relación con el modelo de sociedad y el papel de la educación.
A partir de estos esbozos previos, como introducción de la propuesta, pasamos a identificar algunas claves que el diagnóstico sobre la ciudadanía debería contemplar:
– Hablar y debatir sobre ciudadanía nos ofrece la oportunidad de debatir, como hemos anunciado, qué sociedad está en juego y las claves de la alternativa necesaria. Integrada en ella convendría clarificar el papel de la educación, y qué tipo de educación favorecería la nueva sociedad democrática. Conviene recordar que la propuesta que anunciamos es aún una tarea pendiente de la transición educativa y del desarrollo de las leyes democráticas.
– Sería necesario realizar un esfuerzo por hacer visible las diferencias. No será posible avanzar sin poner en común los diferentes enfoques, la confianza en el proceso dialógico trataría por tanto de dinamizar el disenso y relacionarlo con el proceso democrático en marcha, alejándolo de avatares y tiempos políticos concretos. Parece terminado el tiempo en que la complejidad social y educativa, y sus consecuencias, por negativas que en algunos casos se presenten, pretendan ser asociadas a momentos concretos de las políticas educativas, o de las Reformas educativas emprendidas. Diversas normativas en contextos cercanos describen situaciones similares.
– A la hora de encauzar el debate y las prácticas alternativas, estamos obligados a bucear en los modelos participativos-colaborativos; lo que estamos poniendo en cuestión son los modelos básicamente guiados, burocráticos y excesivamente académicos.
– El debate debería intentar alcanzar unos mínimos comunes desde el disenso. Hablamos de facilitar procesos que obliguen a compartir apartados del diagnóstico y de las líneas alternativas, sin renunciar a otros aspectos del desarrollo.
– Convendría identificar una serie de valores, a modo de Mapa común, que sirviera de base para el desarrollo del debate y de las experiencias. La propuesta de valores inmersa en La Declaración Universal de Derechos Humanos y los llamados Derechos de la Cuarta Generación (Cabrera F), podrían servir de referencia,
– Es difícil entender que la propuesta resultante del proceso que anunciamos necesario sirviera de modelo perfectamente adaptable. Habría que contextualizar la propuesta en cada lugar, a partir de su propia identidad y la del nuevo mundo intercultural que se avecina a pasos agigantados.
– La educación está obligada a salir de su enclaustramiento y las aulas sin horizonte a colocarse en el centro del debate socioeducativo, si no se quiere acentuar una crisis sin precedentes. Avanzados los primeros años de la nueva sociedad del conocimiento, el papel que la educación debe representar en el nuevo modelo de sociedad y de ciudadanía ha de estar relacionado con el propio medio en que se desenvuelve y con el que debe relacionarse. Intentar rescatar y reelaborar los valores de ciudadanía no va a ser posible si las prácticas educativas no pequeños proyectos cotidianos y sociales. Las escuelas hablarán cada vez más de proyectos compartidos y estos redundarán en un desarrollo más humano y solidario con el medio en que se desenvuelven y las personas que lo configuran.
– En esta ocasión será preciso enfatizar la importancia por establecer modelos de trabajo y de formación teórico-práctica, procesos guiados y estrategias diseñadas, favorecedoras de la participación y el
aprendizaje cooperativo. De ahí el compromiso con el debate y la formación en el lugar de trabajo, donde
se desarrolla la tarea diaria. Será necesario incidir en los vicios presentes y pasados a la hora de desarrollar
las tareas cotidianas que deben ser el armazón de la nueva educación: cómo superar la fase permanente
de diagnóstico e integrar el agobio y la complejidad actual, los problemas diarios, en un proceso
de mejora diseñado entre todos, en grupo
– Lo anunciamos en el comienzo de nuestra propuesta: Será un proceso compartido, el eje escuela-contexto y el mundo político están obligados a integrar el debate, el diagnóstico y la necesaria alternativa de los mínimos comunes. El profesorado no podrá realizar en solitario un esfuerzo que sería invalidado por la complejidad creciente, al igual que le ocurre al ámbito familiar y al social. Somos corresponsables y nos falta un análisis compartido, lo que no excluye un llamamiento al esfuerzo especial de cada sector. Podríamos apostar por un nuevo compromiso ético y profesional, que sin duda es más necesario que el desarrollo de campañas desmovilizadoras y victimistas. En paralelo urgiría demandar una al y práctico por parte de los responsables legales. apuesta política por un compromiso real y práctico por arte de los responsables legales.
– Las líneas alternativas deberían huir de los Manifiestos, de las Memorias meramente descriptivas y de los currículos prescriptivos. Antes que listados do valores, de competencias, se necesitan ejemplificaciones de procesos cualitativos, redes de innovación, y autonomía para desarrollar dichas 0 guías; sin olvidar que en las llamadas zonas de creciente diversidad, las infraestructuras, condiciones de trabajo y medios son totalmente insuficientes, lo que obliga a compromisos con nuevas y decididas inversiones en recursos humanos y materiales,