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Conseguía que la clase fuera distendida, aprendíamos entre sonrisas, nos provocaba curiosidad, se respiraba buen rollo… y todo era gracias al humor. Andrés Cerezo
La experiencia cómica tiene una función cognoscitiva o intelectual de gran importancia. Berger
Todo es sencillo cuando los y las docentes pensamos la escuela para ser felices y hacer felices al alumnado.
¿Cuánto vale para un chico la sonrisa de un maestro, de una profesora… de alguien en quien confías?
¿Cómo se sentirían nuestro alumnado y cómo nos sentiríamos los docentes si cada mañana llegáramos a la escuela con ganas de empezar a ilusionar, de emocionar… con ganas de reír, de dar la posibilidad de reír y de provocar la sonrisa?
José Antonio Fraga

El humor en la escuela
¿No ves que estoy en los huesos?

Buenos días, buena tardes, buenas noches.
Cuando vas en autobús al cole, alguien te mira y dice “¡Qué cara de maestra tienes!”
¿Qué es lo que ven?

Muchos días cuando nos juntábamos en alguna reunión, al terminar la mañana, llegábamos con caras serias y cansadas.
Muchos días, cuando te ves a ti misma desde dentro y notas algún gesto que no es el tuyo.

Y empiezas a echar de menos el humor. Y  descubres que es uno de los ingredientes esenciales en el aula. El  humor con dosis de carcajadas, con dosis de sonrisas, con dosis de arrugas de patas de gallo, con dosis de comisuras hacia arriba.
En los años de escuela me ha sido difícil mantener el gesto y la mirada amable hacia ciertos alumnos y alumnas que a través de gestos, palabras, desaires…descalificaban a otra criatura por su cuerpo, por su estar, por su manera de aprender.
Mi miraba se volvía dura…Con el tiempo empecé a descubrir otras maneras más humanas de leer esas actitudes, aunque nunca las consentíamos en la clase. Fueron temas de largos debates y asambleas, realizamos mil y un juegos, escribimos, nos mezclamos… Distintas maneras de ir sacando lo que cada uno y cada una quería compartir.
Muy pronto incorporamos el humor a montones de situaciones.
Recuerdo un día que marcó un antes y un después.
Francisco era alumno de mi grupo de E.I. de 4 años, en 1985 .Habíamos empezado con el grupo en tres años. Hacíamos la Asamblea todos los días, y allí salían muchos temas que traían “puestos”.
Ese día empezaba la semana de carnavales y cada uno se iba vistiendo como quería. Francisco era un niño muy divertido, participativo,  planteaba muchos temas para charlar. .. Pero resaltaba en él sobre lo demás su sentido del humor y su optimismo vital.

Era un niño físicamente robusto y corpulento.
Ese día estábamos hablando sobre las comidas y empezaron a decir lo que les gustaba y lo que no.. Cuando le llegó el turno a Francisco, empezó a contar  y Rubén le dijo:
Francisco, tú no puedes comer todo eso, porque ya estás muy gordo.
Francisco se levantó y preguntó si podía ponerse en medio del corro para explicarlo mejor.
Cuando se puso en medio dio un rodeo sobre sí mismo mientras decía bien alto y con tono muy risueño: ¿Gordo yo? Pero no veis que estoy en los huesos.
Y ya lanzado a la aventura de actuar, gesticulando a brazo abierto empezó: ¡Pamplonicas, navarricos, todo el mundo a cantar…1 de Enero, dos de Febrero!… La clase se lleno de risas, júbilo y buen humor.

Ni a nadie, ni a Francisco, se le volvió a llamar “gordo”. Pero la carcajada se incorporó como recurso para gozar y aprender (o viceversa).
Se me ha olvidado contar que el traje que llevaba puesto Francisco ese día era un maillot ajustado, con el dibujo del esqueleto por delante y por detrás.

El humor en los bolsillos, o en la mirada, o en las palabras.
La escuela que ríe y respeta es nuestra escuela.
https://ined21.com/humor-y-educacion-unidos-por-la-risa/

Desde Huelva, pas(e)ando por Viena, Ourense y algún lugar más.. y volviendo a ti.
Gracias por tu bella imagen, M. Jesús Feria.
Gracias a Francisco por sus ocurrencias y las carcajdas compartidas.

LupeMcepMadrid.