SOBRE LA ESCUELA, LA EDUCACIÓN Y LA INSTRUCCIÓN. EL SISTEMA EDUCATIVO. (Martín García MCEP-Madrid)

Y seguimos con las opiniones que no con el debate. Estos días de confinamiento generalizado debería servirnos para darnos cuenta, por enésima vez, que los efectos ante cualquier catástrofe son muy diferentes según en qué clase social y económica te encuentres.

En el Sistema Educativo español, que es de lo que trato de reflexionar, los efectos diferenciados según sea esa clase social a la que pertenezcas, viene de lejos. Ahora, se agrandan esos efectos diferenciados al no poder tener, esas clases desfavorecidas, la escuela presencial. Pues no han podido seguir el ritmo de las tareas porque no tenían medios técnicos para conectarse, no tener ayuda familiar para guiarle en las tareas, o situaciones más acuciantes como pasar necesidades alimenticias.

Creo que, de este tiempo de confinamiento deberíamos reflexionar y extraer una serie de conclusiones y propuestas para que ese desfase fuera siendo el menor posible. Pero esto no se plantea por lo general. Son pocas las voces (comparativamente a la cantidad de personas dedicadas al mundo de la “Educación”) que hacen un análisis más profundo.

Estos días estamos viendo a Instituciones del Estado como el Consejo Escolar (excepto los miembros de la FAPA y Sindicato de Estudiantes) o Consejerías de Educación y también a personalidades de “reconocido prestigio o expertos” que abogan por una evaluación del tercer trimestre pero procurando que no se quede nadie por el camino. ¿Es esto posible cuando la evaluación es una transcripción a notas numéricas para pasar de curso en lugar de evaluar para cómo mejorar?

En este aspecto, estoy más de acuerdo con las propuestas de las Mareas por la Escuela Pública, realizada hace unos días.

Otros “expertos” (elpais.com: “familias y expertos en educación piden que se abran los colegios en verano”) plantean abrir los centros durante el verano con el carácter, velado, de ponerse al día con el currículum a aquellos que se quedaron rezagados. Los centros se llevan abriendo bastantes años con el propósito de conciliación familiar, pagando, y con el propósito de ayuda social para aquellos más necesitados. Pero nunca con carácter curricular y academicista. Ya tuvieron bastante con el curso escolar y este año, más aún con el trabajo escolar durante el confinamiento.

Creo que el debate debería ir en cómo transformar el Sistema Educativo para que la Escuela fuera de verdad un lugar de encuentro y de aprendizaje para la vida. Que fuera una Escuela inclusiva, democrática, gratuita en su totalidad, laica, cooperativa, crítica, investigadora, respetando y generando libertad de pensamiento, y en estrecha relación con el entorno cercano entendiendo éste como la implicación del entorno en la escuela y de la escuela con el entorno. Una escuela que trabajara para que la desigualdad socioeconómica o cultural no fuera obstáculo para la igualdad en los derechos a la verdadera educación y enseñanza. Esto, como concepto de Escuela.

Pero además, debería debatirse encaminados a un cambio de planteamiento en el aprendizaje. La escuela de hoy trabaja igual que hace 100 años. Lo único que ha cambiado es el soporte: libros de texto en colores y ahora en digital y a través de tablet. Pero los procedimientos y el sentido academicista y memorístico sigue siendo el mismo.

Pero también hace 100 años había personas comprometidas con una calidad de enseñanza, recordad a Freinet, Decroly, Ferrer i Guardia, Freire, la Institución Libre de Enseñanza…que tenían otra mirada y otra forma de pensar en la infancia y la adolescencia, en el aprendizaje y en el desarrollo de la persona. Hoy también hay maestras y maestros, profesoras y profesores que también tienen esa mirada, pero por desgracia son los menos.

Por eso me sorprendo cuando gente “experta” plantea que el alumnado con más necesidades puede “recuperar” contenidos durante el verano, o que hay que dar un aprobado general, o que se de refuerzo durante el curso próximo para que no se queden descolgados sin entrar en un análisis profundo. ¿Cuántas alumnas y alumnos se descolgaron en años anteriores? ¿Es que este año sólo se descuelgan como consecuencia del confinamiento por el Covi-19? El descuelgue del sistema es por el propio Sistema Educativo que no personaliza y cubre las necesidades y perspectivas de su alumnado independientemente de las características de cada cual.

Para terminar, me gustaría traer aquí unas reflexiones de José Luis Alonso en su artículo “Covid 19 y el derecho a la educacion de hace unos días:

“Planteo que ante estas “vacaciones obligadas” la respuesta más correcta habría sido asumir que la programación pierde validez y que habrá algunos contenidos que no se podrán desarrollar en el momento establecido, y a partir de ahí, repensar esa programación y seleccionar los elementos que verdaderamente son importantes para ver cómo los abordamos en la distancia o a la vuelta. Y centrar nuestras propuestas en ofrecer al alumnado una serie de sugerencias, no obligaciones, que les ayuden a pasar el tiempo de encierro de la manera más entretenida, motivada, relajada y educativa posible. Sin generar sobreactuaciones, conflictos, problemas, tensiones y rebotes dentro de los hogares”.

“Y me asusta pensar que se pueda producir un “efecto compensador” mal entendido y haya centros que pretendan acelerar el ritmo para recuperar “todo lo perdido”, en lugar de aprovechar y enfocar el reencuentro como parte de un proceso de reflexión, de valoración de los contactos y de extraer aprendizajes de los tiempos vividos de forma que sean fuente de madurez y desarrollo. Es decir retomar la escuela como sistema educativo, y no meramente instructivo”.

Martín García, MCEP de Madrid