El MCEP denuncia la utilización de la evaluación como un elemento de poder del sistema que se utiliza para adoctrinar, seleccionar, segregar y excluir al alumnado, según el discurso dominante, y para controlar al profesorado mediante la burocratización permanente de su tarea.
Nos oponemos al modo perverso de entender la evaluación en los marcos de normalidad establecidos por la clase dominante y que quedan recogidos en las leyes educativas, promocionando y respaldando a una élite con el sistema de notas.
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En la sucesión de leyes educativas de las dos últimas décadas (incluida la LOMCE) se manifiesta un interés por una escuela inclusiva y no segregadora, pero este interés choca frontalmente con algunos de los elementos fundamentales que conforman el sistema educativo, entre ellos la EVALUACIÓN Y LAS NOTAS.
En el sistema educativo español, la concepción reducionista de la evaluación, unida estrechamente a la calificación, valora el objeto de la educación pero deja fuera al sujeto con sus reflexiones, sus procesos, sus modos de llegar a los diferentes saberes, difícilmente medibles, centrándose exclusivamente en la adquisición de contenidos. Entiende que toda evaluación pertenece al ámbito subjetivo (en este caso, del profesorado) y se limita a medir el punto final al que deben llegar los alumnos y alumnas. Es una evaluación del aprendizaje, no una evaluación para el aprendizaje.
Así, se entiende que EVALUAR es conceder unas notas con el mínimo error posible. Se trata de poner un valor o nota al proceso de aprendizaje y es más fácil hacerlo con aquellos aspectos que se pueden medir como el cálculo o los problemas, pero… ¿cómo poner nota a la creación, al descubrimiento, a la invención, al sentido artístico, al hecho científico, al pensamiento histórico, a las funciones de la inteligencia…? Todo esto no se puede cuantificar con una nota. Quizás, si fuera objetiva y justa, podría ser válida y, de hecho, puede serlo parcialmente cuando se trata de adquisiciones sencillas, pero cuando se trata de trabajos más complejos, toda medida sistemática es descorazonadora.
¿Qué es la evaluación?
La evaluación es una buena herramienta para identificar las dificultades y debería ser una actividad sistemática y continua, que tenga por objeto proporcionar la información necesaria sobre el proceso educativo, para reajustar sus objetivos, revisar críticamente los planes, los programas, los métodos y recursos, con el fin de orientar a los/las estudiantes y retroalimentar el proceso mismo. Es necesario evaluar los logros del grupo, el desarrollo de los procesos, las actitudes, las conductas, la participación y el trabajo en equipo. Es fundamental la evaluación cooperativa con el grupo clase, para evaluar junto con el alumnado y no al alumnado; la autoevaluación y/o la coevaluación cooperativa entre alumnos, alumnas y profesorado se constituye en un peldaño más en el proceso de desarrollo de la persona, adaptándose a todos los estilos, ritmos de aprendizaje y donde se elimine la nota. La evaluación debe ser formativa o no ser.
Calificar no es evaluar, calificar es poner una nota al alumno/a. La nota es la apreciación hecha por un adulto del trabajo del niño y la niña. La calificación es la atribución o determinación del valor de algo o de alguien y de los conocimientos, actitud y rendimiento de una persona.
La nota es injusta porque compara a todas las alumnas y alumnos con el mismo patrón, el que el profesor propone, sin tener en cuenta las diferencias y peculiaridades de cada quien, además, discrimina a los alumnos y alumnas porque los separa en grupos: los que tienen buena nota, los que tienen mala nota y los que tienen una nota media. Con la nota se promociona y respalda a una élite de alumnos y alumnas, genera competitividad entre compañeros y compañeras dentro y fuera de clase, pues en general, la sociedad premia o castiga, muchas veces, en función de la nota.
Con las notas se penaliza el error en vez de considerarlo como elemento positivo para el tanteo experimental y, por tanto, para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Al fin y al cabo, la nota es la factura que pagan los y las alumnas por todas las dificultades que envuelven el aprendizaje: mala formación del profesorado, clases masificadas, falta de recursos y medios materiales, parcelación del saber en asignaturas, desorientación de las familias… La nota maquilla toda esta situación.
Contrariamente a lo que se cree, la nota no supone un estímulo para los que suspenden y para los que aprueban constituye el ÚNICO estímulo empobreciéndose el aprendizaje.
El MCEP reivindica una evaluación adecuada del proceso de enseñanza-aprendizaje donde se elimine la calificación cuantitativa y donde primen otros modos de evaluar que incluya la evaluación cooperativa y la autoevaluación como fundamentales en este proceso, adaptándose a todos los estilos y ritmos de aprendizaje.
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