Hay manuales de todo tipo para trabajar la educación emocional, muy bien secuenciados, divididos por temas, con actividades y fichas. Muchas fichas. De acuerdo, tenemos materiales. Sin desdeñar su utilidad en determinados momentos, apelo a otro modo de hacer de los centros lugares amables, entornos afectiva y emocionalmente sanos, donde nuestro alumnado adolescente aprenda porque se sienta bien con lo que hace y junto a quien lo hace.
Este taller (impartido en el Congreso de Segovia. Ver aquí) ha pretendido transmitir entusiasmo, incidir y reflexionar en torno a estas ideas:
- El bienestar socio-emocional en los centros de secundaria es necesario.
- La educación emocional no se enseña, se vive y se siente. El cuerpo no se puede disociar de la mente.
- El bienestar socio-emocional en los centros de secundaria es posible.
Una primera parte del taller la dedicamos a señalar entre todos y todas aquellas resistencias que nos encontramos entre el profesorado de secundaria para incluir la educación emocional en su método de trabajo. Por parejas, se hizo una sencilla dinámica para ver qué frases se oyen en los institutos que pudieran ser representativas de esa resistencia; para después, entre todos y todas, pensar rápidos argumentos para rebatirlas. Esto suponía un lugar común desde dónde partir la reflexión el resto de la tarde.
En la segunda parte tratamos de vivenciar una sesión, como si estuviéramos con nuestro alumnado, para trabajar la autoestima, la idea de pertenencia al grupo, la confianza, el sentirse bien con el otro, dejarse fluir, crear e improvisar con el cuerpo y la música.
Resaltamos la importancia del cuerpo a la hora de trabajar con la esfera emocional. Con ejemplos prácticos vimos que con el cuerpo se habla, expresa, libera, interacciona, acaricia, experimenta, se siente y se aprende constantemente. El ser cognitivo, el ser corporal y el ser emocional no se pueden disociar.
Al compartir experiencias con alumnado de mi instituto, mediante una proyección, nos acercamos más al día a día en las aulas.
Ver experiencia del Taller emocional..
Estas experiencias podrían ser ejemplos de otras muchas que podrían realizarse, pero, ¿qué momentos de la dinámica escolar, de sus realidades, podrían ser propicios para abordar actividades de desarrollo socio-emocional?
Hablamos de ello. Surgieron enseguida algunos momentos como las jornadas de acogida a principio de curso, cuando se forman los grupos, a final de curso, en tutorías, cuándo se detecta una necesidad porque haya conflictos, en cualquier clase siempre que se necesite, como sistemática unos minutos de relax antes de comienzo de la jornada…
Entonces, ¿podríamos decir que crear entornos de bienestar emocional en los centros de secundaria es posible?
La palabra entorno era importante aquí y tratamos de abarcar más. No se trata solo de que un profesor o profesora haga cosas por su cuenta en sus pocas horas de clase, sino de crear otro modo de hacer las cosas, de hacer institutos amables, acogedores, respetuosos con la diversidad, donde los conflictos se identifiquen y se gestionen democráticamente. El centro se lo debe marcar como objetivo explícito y no una mera declaración de intenciones para rellenar el Proyecto de Centro.
Lo que traté de subrayar, después de todo lo aportado, fue que debe suponer cambios estructurales organizativos y metodológicos. Aspectos tan importantes como la metodología de trabajo, la cooperación, el aprendizaje entre iguales…. Y, por supuesto, cambiar radicalmente el modo de evaluar, de establecer las relaciones de autoridad y de entender la participación.
Las referencias a Elise y Celestin Freinet y al MCEP han sido constantes a lo largo de la sesión, para entender el cuerpo como expresión, relación y bienestar personal y una manera de entender el aprendizaje de forma armónica e integral. Ya Freinet lo decía en el siglo pasado y aún sigue siendo revolucionario. La educación con sentido: los aprendizajes que arranquen de los intereses del niño/a, la organización del aula como taller, trabajar por grupos, cooperativamente, decidiendo en asambleas de clase lo que se refiere al propio funcionamiento del grupo, aprender por ensayo-error, investigando el medio que les rodea, las clases-paseo, descubriendo junto al maestro/a e incorporando sus aprendizajes a su vida y a la sociedad, elaborando proyectos, correspondencia, cuadernos de vida, etc.
Queda poco tiempo para que acabe la sesión, el taller podría seguir bastante más, es una pena, pero nos apremian a acabar.
Nos despedimos bailando y riendo con “Rumba azul” de Caetano Veloso, haciéndonos los “chiquichiquis” en las espaldas. Ha sido una interesante y grata sesión para mí y, creo, que para el resto, pues percibo gratitud y conexión en las despedidas.
Encarna Rosillo (MCEP Madrid).