Un Congreso -año 1935- y unos congresistas

Imagen con el artículo tal como apareció al publicarse





Foto del artículo de Ramón Acín que se reproduce en la entrada publicado el 21 de julio de 1935. en el diario de Huesca. Pinchar para abrir.

Artículo de Ramón Acín publicado el 21 de julio de 1935 en el Diario de Huesca. Ilustrado con un grabado realizado por un niño de Plasencia del Monte.

Aquí en nuestra ciudad, al igual que hace unos veinte años un grupo, en su mayoría catalanes, vinieron a celebrar el II Congreso de Historia  de la Corona de Aragón, ha llegado un grupo, también en su mayoría catalanes, para celebrar el II Congreso de la Técnica de la Imprenta en  la Escuela.

Y así como aquellos congresistas pasearon a toda pompa por la ciudad las cenizas de Alfonso el Batallador, quizás no estuviese ahora del todo mal pasear por la ciudad las cenizas de Larumbe, primer impresor de la ciudad.

Porque, ¡oh, paradoja de la civilización! estas máquinas de imprimir que trae esta gente con tanta algazara y que recibimos todos con tanta  algarabía, tienen la misma sencillez y son tan por igual ingenuas y calmosas —en estos tiempos de las trafagosas rotativas— como el tórculo de la primera imprenta que el citado impresor Larumbe estableció aneja a nuestra añeja Universidad.

Y en verdad que estos trabajos de niños salidos de estas máquinas como de juguete, tienen un poco la emoción de los incunables.

Y este Freinet, creador y animador de la imprenta escolar, tiene un mucho como de reencarnación del Gutemberg de cinco siglos atrás.

(Freinet es Mahoma en esto de la imprenta escolar, y Almendros, capitán de esta expedición, es su profeta aquí en España.)

Signo de los tiempos esta paradoja imprenteril, pareja a la moda de los baños de sol, en que las gentes parecen como enterados por primera  vez del astro famoso que punto menos que desapercibido llevaba miles de siglos dando vueltas en nuestro derredor con el ligero paréntesis de Josué allá en Gabaón.

Un día llegará también, en que los hombres, plenamente civilizados, prendan fuego a las pretenciosas y grandes fábricas de harinas,  escamoteadoras de vitaminas, para establecer en nuestras propias casas pequeños molinos de piedra como de juguete también, que, movidos por el salto minúsculo de un grifo, nos proporcione el moreno y sustancioso pan de pueblo.

Y en las escuelas, esas escuelas con imprentilla a lo Freinet, sin libros de texto, caros y pretenciosos, donde se dibujará en las paredes como  antes en las cuevas y se contará con piedrecitas y se intuirá en los deditos el sistema decimal; en esas escuelas, cuando las gentes todas se  desplacen en aviones a quinientos por hora, se dará como premio a la aplicación las viejas cometas fabricadas con dos palmos de percalina y cuatro cañas; dos cañas en forma de aspa y dos en forma de cruz.

Porque la civilización es una complejidad al servicio de una simplificación.

***

Decía Francisco Giner que nunca se había podido explicar cómo siendo los niños tan inteligentes son los hombres tan necios.

Ante estos maestros congresistas y los métodos de estos maestros, he llegado a concebir alguna esperanza de que algún día la inteligencia de los niños no tenga que perderse por caminos de necedad; día llegará, en que no se juzgue el valer de un niño por h más o menos, por una coma en decimales, a la altura del último tendero en ocho días de práctica o por un pretérito pluscuamperfecto que toda la gente de alto saber ha tenido pronto el buen gusto de olvidar.

 

ID: AP122

Título: Un Congreso y unos congresistas

Autor: Ramón Acín

Fecha: 21-07-1935

Origen: El Diario de Huesca

 

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